3 elementos básicos para la educación de tu perro

Si eres de los que le da importancia a la educación de su perro, no puedes dejar de tener esto en cuenta durante su entrenamiento e incluso la convivencia. Conociendo cómo piensa tu perro, cómo decirle que no y manejando las consecuencias tendrás mucho camino ganado.

 

1. Entiende cómo piensa tu perro

Debes conocer qué le gusta y qué no le gusta. Aquello que le gusta lo intentará repetir siempre que pueda. Lo que no le gusta, intentará evitarlo.

Si cada vez que se sienta recibe una chuche, tenderá a sentarse cada vez más. Si cada vez que salta al jardín del vecino éste le asusta con la manguera, dejará de ir a visitarlo.

 

2. Aprende a decir NO

A veces tu perro no puede hacer todo lo que quiere, porque se puede hacer daño o puede hacer daño a otros. Es tu obligación parar ese comportamiento.

En este caso,  muy pocas veces nos serán útiles las chuches o las palabras bonitas. Pero tampoco podemos utilizar castigos físicos (golpes, tirones de correa, gritos sin control) porque perderíamos la confianza del perro y además le podemos hacer daño.

Cómo decir no a tu perro

 

Antes de comenzar a decir NO y que al final esa palabra pierda su significado, es mejor entrenarla.

Prepara una situación dónde tu perro pueda fallar, de forma controlada, evitando que te asustes y reacciones de manera incorrecta.

Por ejemplo, si a tu perro le gusta morder tu zapatilla, ponla en el suelo. Cuando vaya a morderla, di “NO” y justo después sorprende a tu perro con un sonido fuerte o desagradable. Debes hacerlo en el momento exacto. Si el comportamiento ya está realizado, es tarde; la próxima vez tendrás que ser más rápido.

El perro asociará lo que suceda en ese mismo instante. Por ejemplo, si llegas a casa y ha mordido la zapatilla pero él se encuentra ya tranquilamente en el sofá, asociará el “no” a estar en el sofá, o peor aún, pensará que cada vez que entras por la puerta habrá bronca.

Si quieres mantener una buena relación con tu perro no puedes estar detrás de él todo el día diciéndole “no” por todo. Imagina que alguien lo hace contigo: “no cojas el bolso”, “no te pongas esas zapatillas”, “no comas ese pastel”, “no, no, no”… Al final acabarías cansado de esa persona.

Para que esto no te pase con tu perro debes aprender a decir que no, y el resto de las veces, intentar que el perro aprenda por sí mismo lo que debe y no debe hacer.

¿Cómo? Controlando las consecuencias.

 

3. Controla las consecuencias

Si eres capaz de gestionar las consecuencias que tiene el comportamiento de tu perro le estarás enseñando qué puede y qué no puede hacer sin enfrentamientos. Lo aprenderá por sí mismo, simplemente porque le compensará o no.

Al inicio del artículo hablábamos sobre la importancia de conocer lo que le gusta a nuestro perro. Todo aquello que le guste, querrá volver a repetirlo. Esto pasa con las cosas buenas y las malas, las que puede hacer y las que no, porque no importa que no pueda… ¡le gustan!

¿Qué podemos hacer?

 

Grábate esta frase. Todo lo que quiero que mi perro repita, tengo que premiarlo. Todo lo que no quiero que mi perro haga, debo evitar que lo repita.

Por ejemplo: tu perro quiere saludar a otro perro, pero va como loco tirando de la correa. Al alcanzar algo que le gusta de esa forma, lo volverá a repetir, porque le ha funcionado. La consecuencia de tirar de la correa es poder saludar.

Por el contrario, si esperamos que se relaje antes de saludar, la consecuencia de estar tranquilo es conseguir saludar o jugar con el otro perro, por lo tanto, estar relajado será más beneficioso para el perro que tirar de la correa.