¿Por qué fracasa un adiestramiento?

Todos los que tenemos perros hemos pasado por algún curso o adiestrador para mejorar el comportamiento de nuestro perro, incluso algunos nos hemos enganchado y después nos hemos profesionalizado.

En el adiestramiento y la educación canina hay mucho que estudiar, hay qué conocer qué es un perro y cómo se comporta, qué es normal de la especie y qué no, etc. Y también hace falta mucha técnica para llegar a manejar un perro correctamente.

Pero aún así, por muchos cursos que hagamos o muchos adiestradores que contratemos, a veces encontramos casos que han sido un fracaso, o casi.[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_column_text]

¿Por qué fracasa un adiestramiento?

Partiremos de la base que tenemos todos los conocimientos necesarios, tenemos un buen manejo del perro y hemos recibido la información correcta del educador que nos está ayudando. Pero no termina de quedar bien…

En este caso los adiestramientos no suelen funcionar porque lo aprendido no se ha convertido en un hábito.

Normalmente cuando las personas queremos cambiar algún aspecto de nuestra vida con el que no estamos cómodos, intentamos eliminarlo. Intentamos dejar de fumar, intentamos dejar de comer dulces, etc. Dejamos de hacer cosas.

Un hábito es una rutina que se genera cuando recibimos una señal, percibimos un detonante que nos lleva a hacer algo con lo que nos sentimos bien. Es un bucle. Un ejemplo:

Señal: despertarse con sed por la mañana

Rutina: abrir la nevera, servirse y tomarse un vaso de zumo

Recompensa: sentirse bien, nos agrada el sabor del zumo, etc.

Entonces, ¿cómo podemos cambiar un hábito que ya está fijado?

Reemplazando.

Los hábitos son patrones neurológicos, están fijados en nuestro cerebro. Por eso es tan difícil que simplemente dejemos de hacer algo. Debemos cambiar ese hábito por otro, sustituirlo. Como ya hemos comentado, existe una señal que nos lleva automáticamente a realizar una acción porque después nos sentiremos mejor o aliviaremos algún malestar. La señal siempre va a estar, y siempre nos despertará algo dentro de nosotros. No podemos ignorarla o luchar contra ella sin más. Lo que debemos cambiar es la rutina de después.

Por ejemplo, en el caso de dejar de fumar. Las ganas de fumar siempre existirán al principio (señal). La rutina es sacar el cigarro, encenderlo y fumarlo. Este es el punto que tenemos que sustituir. Cada uno debe buscar aquello que sea eficaz y le ayude a calmar el deseo del tabaco. Después llegará una recompensa, nos sentiremos mejor por no haber fumado y se habrá reducido la ansiedad.

¿Cómo nos ayudará cambiar de hábitos con la educación de nuestro perro?

En primer lugar vamos a recordar que (se supone) somos la parte racional del equipo y podemos utilizar el cerebro para crear estrategias a nuestro favor. Tenemos conocimientos y sabemos cómo piensan y cómo aprenden los perros.

Es necesario que nosotros cambiemos de hábitos, es decir, modifiquemos la forma que tenemos de reaccionar ante determinado comportamiento de nuestro perro.

Imaginemos el caso de un perro que se sube a la encimera de la cocina. Hemos probado a regañarle, cosa que ha funcionado las tres primeras veces, a sobornarle dándole chuches en el suelo, a llamarle con un juguete, etc., etc., etc.

Recordemos esta frase: con los perros más hacer y menos decir. Cada vez que el perro realiza un comportamiento tenemos que hacer algo (algo que funcione por supuesto). En el caso del perro que se sube a la encimera, cada vez que haga el comportamiento podemos bajarlo y llevarlo a su jaula un rato (es un ejemplo, la técnica que aplicaremos dependerá de cada perro). Y así cada vez que lo haga.

La señal que tenemos que identificar es subirse a la encimera, la rutina a seguir bajarlo y llevarlo a la jaula y la recompensa para nosotros será que no se coma los filetes de la cena.

Cuando para nosotros esto sea un hábito y lo hagamos todas y cada una de las veces que el perro realiza el comportamiento, él comenzará a integrarlo. Momento que podemos aprovechar para pedirle un comportamiento alternativo y que también se convierta en un hábito para él.

La señal para el perro sería el deseo de comer algo. La rutina inadecuada sería subir a la encimera, pero ya le hemos enseñado que no se puede, así que la sustituimos por estar tumbado a nuestro lado mientras cocinamos, y la recompensa puede ser un premio cuando hayamos terminado de hacerlo.

Para que un adiestramiento funcione tenemos que tener presente…

 

  • Luchar contra la pereza, la falta de constancia y no aplicar las consecuencias de un comportamiento cuándo y cómo toca. Tenemos que entrenar nuestra fuerza de voluntad durante el adiestramiento de nuestro perro.
  • No se trata de entrenar más, sino de identificar esas señales que hacen que comiencen los comportamientos durante la convivencia con el perro y encontrar la estrategia adecuada para modificarla.

Para ello al inicio tenemos que estar presentes, conscientes y atentos. Supone un esfuerzo inicial que una vez automatizado servirá para adiestrar al perro sin que él ni nosotros nos demos cuenta.